Un refugio para migrantes enclavado en Ciudad de México – Excelsior California

Su nombre es Ruth. Es venezolana y ha viajado por más de un mes para llegar a Casa Tochan, este refugio para migrantes enclavado en la Ciudad de México.
Sin embargo, esta mujer de 32 años advierte, “ya mañana nos vamos. Nos vamos a montar a La Bestia para entregarnos en la frontera en Estados Unidos”.
Ruth viaja acompañada de una amiga, la cual no quizo proporcionar su nombre, junto a sus dos hijos. La desconfianza reina entre los cerca de 200 migrantes que se encuentran en esta casa que esta diseñada como un laberinto, en donde todos ellos ocupan cualquier espacio en donde les sea posible descansar antes de continuar su camino a Estados Unidos.
Ruth y alrededor de una decena de venezolanos más han escuchado que las autoridades estadounidenses han relajado las reglas para las familias migrantes, han escuchado que las registran y luego las liberan para después aparecer ante un juez. No perderán esta oportunidad.

“No tenemos cita en la frontera para tramitar nuestro pedido de asilo, pero no podemos aguantar más. Sobrevivimos días y días sin comer, sin tomar agua, hemos visto decenas de muertos en el camino, atravesamos la selva del Darién, a todo nos hemos enfrentado. Pero lo que más miedo nos ha dado es entrar a México, nadie sabe lo que enfrentamos en este país, en Tapachula. Nos agarraron por unos días los del cártel, tuvimos suerte, se apiadaron por los dos niños y nos soltaron, ahora no vamos a parar”, remata Ruth.
Un momento crítico
Para Gabriela Hernández, directora de Casa Tochan, en sus once años al frente del albergue, este es el momento más crítico. La gente llega y se va en grupos. Desesperada, buscando un refugio antes de continuar. No tienen los recursos para atender a tanta gente, los amontonan en la vivienda, les construyen carpas en las calles, duermen a la intemperie.
“Desde 2018, cuando se dio la primera caravana migrante, no nos habíamos visto rebasados. Este albergue es supuestamente para hombres, pero ahora tenemos familias y mujeres, no podemos dejarlos fuera”, dice Graciela.
En la cocina se encuentra Tasuka Sasaki, un sociologo japonés que al ver esta emergencia se ha ofrecido a ser voluntario.
“Tengo ocho años viniendo a Casa Tochan para trabajar en una investigación. Esta es la primera vez que los veo saturados. No se dan abasto. Antes eran los centroamericanos los que salían desesperados de sus países, ahora lo hacen los venezolanos y haitianos”, comenta.

Muy pocos se quedan en México. Uno de ellos ha sido Johan, un hondureño que salió en la primer caravana en 2018 e intentó cruzar a Estados Unidos en dos ocasiones, falló, finalmente se quedó en México.
“No se lo recomiendo a nadie, aunque entiendo la razón por la que lo hacen. Yo fallé dos veces en la frontera, a la tercera me dijeron que si me agarraban me iban a meter diez años preso. Mejor me quedé aquí. Tuve suerte, ya tengo trabajo en un Sears, no planeo migrar más”, dice Johan, el cual visita Casa Tochan de vez en cuando para ofrecerse como voluntario.
Mas inmigrantes a la frontera
Las decisiones del presidente Joe Biden de poner fin a la detención de familias migrantes y lanzar una aplicación para que las personas programen cruces fronterizos legales probablemente hayan contribuido a atraer a más migrantes a la frontera.
Al mismo tiempo, el aumento de los desplazamientos en algunas partes de México, en gran medida impulsado por la violencia de los cárteles, probablemente esté empujando a la gente a migrar.
La gran mayoría de los inmigrantes que ingresan a Estados Unidos a través de la aplicación son liberados bajo libertad condicional, lo que les permite obtener un permiso de trabajo en aproximadamente seis semanas y permanecer legalmente en el país por hasta dos años.
La libertad condicional no garantiza un camino a largo plazo para permanecer en los EE.UU.
Se sabe que las noticias sobre las políticas estadounidenses se difunden rápidamente de boca en boca entre los contrabandistas y los migrantes, incluido el hecho de que las familias que cruzan ilegalmente a menudo son liberadas en los Estados Unidos con un aviso para comparecer ante el tribunal.
El secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, dijo a los periodistas recientemente que los patrones migratorios son complicados y que un desafío es que “las organizaciones de contrabando ven lo que hacemos y alteran sus prácticas en un esfuerzo por eludir lo que establecimos”.